martes, 7 de mayo de 2013

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La una de la mañana y no puedo dormir. Pienso en los errores que un día cometí y en lo mucho que me cambiaron. Yo antes me valoraba más, mucho más. Hasta ese día, ese maldito día en el que mi corazón ganó a mi cabeza y cedió ante un cabrón increible. Ese día en el que supe que debí decir no, coger la puerta y marcharme. Pero no articulé palabra, me quedé quieta pensando que no tenía salida y que quizás de esa manera cambiaría todo. La verdad que si cambio, cambio a peor. Supe lo que era sentirse usada, pisada, ignorada... Este solo fue uno más de mi enorme lista de errores, una lista de esas que ni un pergamino podría abarcar. Si hubiera sabido entonces que te encontraría, te juro que habría salido corriendo de esa casa, aunque fuera por la ventana. Te juro que le habría pegado una torta por todo lo que me había hecho sufrir y le hubiera dicho que merecía más. No sé me hacía creer que yo no era lo suficiente cuando el que no era suficiente era él. Pero tú.. Tú eres tan diferente... Si todos los errores que cometí fueron obstáculos para que me saliera del camino y llegar hacia ti, los cometería una y mil veces. Entonces sí que valieron la pena las lágrimas, las noches en vela y las caras largas. Porque sé lo que pueden doler las mentiras, lo poco que pueden decir las palabras y lo mucho que duelen las decepciones. Pero también sé que hay acciones que hablan sin necesidad de ninguna palabra. Tú has dicho todo tantas veces sin decir nada...

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