viernes, 26 de octubre de 2012

Vuelves y me desordenas.

Volviste para romperme como hiciste con todas y cada una de tus promesas. Volviste cuando ya era feliz, cuando ya por fin no te necesitaba. Pero a una parte de mí le dolío leer tus palabras escritas en la pantalla. Le dolió no poder contestar y quedarse hablando contigo hasta la madrugada y no dormir si hacía falta. Todo eso ya no era posible, tú lo habías vuelto todo retorcido y complicado, habías convertido los extremos en imposibles y tu orgullo rechazaba el punto medio, pero aún así me habías utilizado. He de decir que al leer tú "que tal" estuve a punto de sufrir un infarto. Apagué el móvil tan rapidamente que no supe si en realidad me habías hablado o lo había imaginado. Sentía rabia, mucha rabia, me tumbé en la cama y se me humedecieron los ojos pero les prohibí que lloraran, ya no lo harían más por ti. Volví a preguntarme todo y a no obtener respuesta para nada. Volví a perderme sin querer, a hundirme en un caos absoluto. Y todo por dos malditas palabras que no significan nada pero que me volvieron a recordar que existías. Que no vivías muy lejos y que a una parte de mí nunca le dejarías de importar, estuviera sola o con alguien, eso ya daba igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario